Nuestro primer objetivo era subir al podio, preferiblemente a lo más alto, conocíamos bien la ruta, habíamos hecho buenos rodajes en ella; y como corredores locales queríamos salir a mostrar lo que podíamos hacer en esos 55 kilómetros. Los días anteriores conversé con José y sabía que mentalmente estaba óptimo y animado para competir contra gente fuerte y de experiencia en el trail. Para mi la parte mental es fundamental ya que te da cierta facilidad para aplicar la estrategia planificada.
Aunque estábamos tranquilos en la partida, fue increíble como pasamos, en segundos, de estar parados a movernos a ritmos que yo jamás había tocado en un trillo, ojo que salimos a oscuras (5:00 a.m.), me sentía bien y rápidamente empezamos a marcar una intensidad, en la que se notaba que a los mortales nos parecía de locos (después de la carrera Néstor me lo comentó), aunque sabía que de salida me las jugaba todas, pues mi objetivo era llegar lo más cerca posible de José, porque a medida que iban pasando los kilómetros yo notaba que él iba muy fresco a pesar de que no soltábamos “el pie del acelerador”, ni siquiera en los tramos con mucho lodo. Siendo honesto todos los demás en el lote íbamos a riesgo de salirnos a mitad de camino, pero tienes que asumir esa realidad para subirte a un podio, porque nadie va a regalar nada. A mitad de camino hacia Pedregoso ya llevábamos una ventaja notable, le dije a José “hay uno que nos sigue que no va bien, se nota en su respiración, tu vas bien arranca de Pedregoso hasta el km 24 en el cementerio, tu te mueves mejor en ese tramo.”
Cuando llegamos a la primera estación solo vi a José irse como si tuviera patines, literalmente sentí como si yo fuera caminando, en este punto cometí un error en la logística para recoger mis geles por lo que seguí de largo, tomando solamente agua hasta la próxima estación, desde el km 22 al 24 sentí un hambre brutal, bajé el paso y caminé por largos tramos. Eso le dio chance a Néstor de alcanzarme y llegar juntos a la segunda estación. Comí de todo en un minuto: geles, sandía, naranja, coca cola, puré, etc. Salí de ese punto como quien acaba de almorzar. Soy de comer bastante así que esa sensación de saciedad la tolero corriendo. En 5 minutos me recuperé y volví a retomar un buen ritmo, fue muy bonito encontrar corredores de la ruta de 5 kilómetros que me animaban y me preguntaban cuanto me faltaba, otros se sorprendían de que una persona fuera capaz de recorrer 55 kilómetros, por eso dije, en un post en instagram, que para mi todos los que corrieron la distancia larga son super humanos, ya que nos cuesta mucho física y mentalmente, independientemente del lugar en que lleguemos, eso hay que valorarlo y darse uno mismo el reconocimiento.
Néstor iba cerca así que no podía soltar, me sentí bien subiendo la pared y volví a encontrarme muchos amigos, toda la buena vibra que me dieron me animó y me hizo olvidar que casi me retiro en el km 24. Hacia el sector de la porqueriza nuevamente comí de todo, para ese punto Néstor me había pasado pero lo tenía a la vista, así que no había de que preocuparse.
En el km 30 tomamos el sendero hacia la segunda parte, Néstor me acompañaba pero cosa rara era que no me pasó bajando, ya hemos competido mucho y él es más fuerte en esos tramos, supe que algo le pasaba, podía ser calambre o malas sensaciones. Recordé en este tramo de bajada nuestra competencia en los 80 kilómetros de Santa Fe, no es un tipo fácil de “quebrar” resiste y resiste.
En esas estábamos cuando vi una serpiente negra con amarillo, de aproximadamente 3 metros en la mitad del sendero. Las piedras que le tiramos ni la movieron, mas bien se “cabreó” y nos miraba fijamente (parada como una cobra) vaya horizonte que no nos ayudaba en nada. Néstor me dijo “Roger deja eso, subimos el barranco, nos trepamos la cerca, la rodeamos por el potrero. volvemos a trepar la cerca y brincamos el barranco más adelante”, tal cual, la serpiente nos miró y cuando avanzamos se fue. Antes y después de la cuarta estación (km 36) aprox., traté de apretar el paso a todo lo que daba, pero honestamente no pude sacar a Néstor.
El km 41 nos “apañó” con la loma del alacrán, ahí no pude seguirle el paso a mi compañero que ahora era 2do. lugar, por algunos minutos todas mis fuerzas se fueron, es terrible esa sensación porque quieres avanzar, pero tus piernas no se mueven como lo hacen generalmente. Fue un momento de resistir la tentación de salirte de la ruta, porque es aplastante esa fatiga. En ese momento reflexioné y dije, “soy afortunado de tener salud y ser lo suficientemente fuerte para meterme en estas distancias locas” tengo que terminar porque soy entrenador y me toca mostrarle a los muchachos como sobrellevar la fatiga; puede que en alguna carrera me retire o que me cuerpo no rinda, pero yo personalmente me presiono mucho con eso, no estoy diciendo que otros deban hacerlo, cada cual libra sus propias batallas.
Comí algo dulce que siempre es lo que me vuelve el alma al cuerpo en esas situaciones y supe que tenía dos opciones, bajar el ritmo o tratar de recuperar el lugar que había perdido pero con altísimas posibilidades de descompensarme por el calor brutal que se sentía, ya que ese tramo tiene muy pocas sombras. En ese momento me pasó Pool Coronado, lo vi fuerte y pues caí en la realidad que, salvo le pasara algo, llevaba mejor ritmo, seguido traía a un corredor vallero (Alonso) muy fresco. Pensé carajo se me fue el podio, al menos puedo animar a estos dos para que peleen el tercer lugar. Es lo bonito del trillo, tu compites para ganar, pero te agrada que alguien que tenga posibilidades de hacerlo también. Porque repito, a todos nos cuesta, todos entrenamos y tenemos esa esperanza presente.
Creo que tuve que usar todas mis mañas para mantener esa quinta posición y llegar lo más pronto posible. Pensé en que José iba a ganar por el equipo y en su debut, además que al terminar iba a volver a ver a mi esposa, familia y amigos, eso me permitió mantenerme en movimiento constante y retomar ritmo, troté en soledad 5 kilómetros. Pero por tramos lidiaba con ese yo interno que quería un segundo podio consecutivo después del Ultra Santa Fe, “hubiera sido muy bueno” decía en voz alta mientras subía la loma de los tallos y me acercaba a la estación del kilómetro 48. Volvía a pensar en que tendría revancha y que en el trillo nada está escrito en piedra. Llegar a la última estación me alegró mucho, me conocían (aunque yo no a ellos) me trataron como si fuera ganando la carrera, que buen ánimo.
Volví a entrar al sendero de los delirios y la verdad es que caminé mucho, me la pasé con los poles al frente “espantando” la bendita serpiente negra con amarilla, me quedó eso muy presente porque la vi como dicen en “4K”, difícilmente la iba a quitar de mi memoria porque fue en ese mismo lugar, solo que en sentido contrario. Hubiera querido regresar por otro camino pero no había otra manera. Agradezco a los muchachos que iban de bajada, me saludaban y animaban, no tenían la mínima idea de que iba muy asustado, pero sin saberlo me ayudaron un montón. Ya a 800 metros me topé a mi viejo que vino de Santiago a ver mi llegada (detallazo), me volví a sentir fresco y rápido, quería en ese momento que fueran 60 o 70 kilómetros pero lo cierto es que ya se había terminado la carrera.
Aprendí mucho, me reté, resistí, sufrí, ataqué, me atacaron, salté lagartos, crucé cercas, esquivé vacas y sobre todo gané más experiencia en ultramaratones. Sigo agradecido por tener salud para seguir midiéndome contra estos retos. Aún queda Transtalamanca con sus 4,000 y resto de ascenso positivo, por ahora toca descansar y recuperar las piernas, pero volveremos a competir CON TODO, sin duda.
Somos ADN RUNNER.
Excelente coach Roger